El enfoque de Shri Gurudev acerca de la vida espiritual era el de un Yoga de síntesis. No es un Yoga especial llamado Yoga Sintético, Yoga de Síntesis o Yoga Total sino Yoga. Yoga significa integración, por lo tanto, no puede haber especialización en Yoga. Uno no puede ser un Karma Yogui si no sabe lo que está haciendo, por qué lo está haciendo, quién lo está haciendo y para quién lo está haciendo, y si la actitud correcta no está allí. Uno no puede ser un Bhakta o devoto de Dios si esa devoción, ese amor no se expresa en la acción recta. Esta es la advertencia más clara que hay en el Bhagavatam (uno de los principales textos del Hinduísmo), que aquél que sólo ve a Dios en estatuas, imágenes y templos, y tiene aversión a las criaturas más pequeñas e insignificantes de Dios, no es un devoto. De la misma manera, Gurudev mismo solía advertirnos que si uno se aísla del mundo, puede que ni siquiera crezca en virtud. No hay virtud en el aislamiento, no se la puede cultivar, revelar, manifestar o ver en aislamiento. Por consiguiente, Yama, Niyama, meditación o Japa (repe
tición del nombre de Dios) no son posibles sin Karma Yoga, sin Bhakti.
En el caso de aquellos que tuvieron la buena fortuna de vivir a sus pies, Gurudev prescribía una Sadhana extraordinaria y hermosa que abrazaba simultáneamente el progreso y la evolución espiritual personal, y el bien común o servicio a la humanidad.
A menudo, se citan palabras y oraciones fuera de contexto.
Algunas veces, alguien señalaba,
“¿No dijo Swami Shivananda, ‘el trabajo es adoración, dedícaselo a Dios’?”
Sí, con toda seguridad.
El trabajo es adoración y debemos dedicarle todo nuestro trabajo a Dios.
Gurudev mismo solía decir que todo lo que uno haga – sin importar si es un trabajo ministerial o el de basurero – hay que dedicárselo a Dios y considerarlo como adoración.
Cierto, pero
¿qué significa adorar a Dios?
¿Puedes tratar esas acciones como adoración a Dios si nunca has adorado a Dios?
¿Puedes dedicarle esa acción a Dios sólo si has contactado a la presencia divina o le has dedicado algo en otra forma?
Porque mientras estás haciendo algo, tu mente está ocupada en la acción.
¿Dónde cultivas esta Bhavana (actitud interior) del sentimiento de la presencia divina, de modo de poder considerar esta acción como adoración a Dios?
¿Cómo adoptas esta actitud de adoración en tus actividades diarias – no sólo actividades aquí, en el Ashram, sino afuera, donde es, aún más, un manicomio o una carrera de la vida moderna?
“El trabajo es adoración” – pero en el lenguaje de Gurudev, esto significaba trabajo y adoración, no uno a expensas del otro.
Si dices que estás haciendo tu Sadhana personal y descuidas el servicio a la humanidad, te vuelves egocéntrico, egoísta, una isla en ti mismo, un paraíso en la sociedad.
De modo que Swamiji no alentaba la aislación completa y total del individuo ni siquiera en nombre de la Sadhana de Yoga.
Él indicó que grandes sabios podrían permanecer en total reclusión, aunque según la naturaleza de las cosas, sólo pueden ser muy, muy pocos en el mundo.
Para nosotros, que conformamos la mayoría, él prescribió un tipo diferente de reclusión.
No descuidar la propia Sadhana o práctica espiritual (lo que sea que esto signifique para ti) ni tampoco descuidar el servicio – al Guru, a la humanidad, a la sociedad o a la nación, sino combinarlos a cada paso. Combinar el servicio activo y dinámico con una actitud interior de adoración – reclusión y asociación con la multitud, juntas. Esa era la belleza de su enfoque de la vida espiritual y también fue la dificultad. Cuando estás entre la gente, comprendes que estás completamente solo y cuando estás solo en el bosque, te das cuenta de que eres uno con la humanidad. Él lo demostró en su vida. Alguien que caminaba incluso algunos pasos con él podía ver en su rostro, en su actitud, en su conducta, que cuando caminaba rodeado de gente, estaba rigurosamente solo, sin ser afectado. A menudo, decía “Anoche no dormí nada. Acostado en esa pequeña habitación, estoy en contacto con el mundo entero”; y luego nos decía que le escribiéramos a fulano de tal, que le enviáramos libros a mengano y Prasad a sutano. De modo que allí, en su propio Kutir (que es literalmente una cueva), estaba en contacto con el mundo entero y, cuando estaba rodeado por la gente, era completamente libre e independiente. El Yoga que nos enseñó fue el de cómo combinar todo eso.
¿Qué pasa si uno no hace eso?
Si uno dice, “Yo soy un Vairagui, un hombre de renuncia – no me gusta la compañía, quiero permanecer solo sin ningún contacto en absoluto”, es posible que al comienzo estés lleno de aspiración, de espíritu de Vairagya y Viveka (renuncia y discernimiento) – especialmente si has estado rodeado de gente durante largo tiempo y te aíslas en una cueva.
Podrías sentir, “Ahora, en unos pocos días capturaré a Dios”.
Pero Dios podría resultar ser letargo, pereza, holgazanería y sueño – a menos que te destaques con una vida como la de Dattatreya, Ramana Maharshi o Shukadeva (Grandes sabios de India).
Es posible que muchos de nosotros no califiquemos para eso.
El propio ego se establece muy bien porque,
puede que mientras la mente piense
“Me estoy esforzando por Moskha (liberación espiritual)
” sea el “yo” el que se esté esforzando por engrandecerse.
Mientras “yo” me esté esforzando, no habrá Moksha (liberación).
Es muy simple. Debido a que Moksha (liberación)
es Moksha (liberación) “del yo”,
mientras el “yo” se esté esforzando,
no hay Moksha (liberación) sino puro egoísmo.
Gurudev a menudo indicaba que sólo unos pocos aspirantes o Yoguis pueden llevar con una vida de reclusión éxito y brillar como soles espirituales, irradiando su sabiduría y sus bendiciones al mundo entero. Reconocemos que esa gente existió y existe, pero, por desgracia, son muy pocos.
Para la mayoría, una vida de reclusión es peligrosa.
Entonces
¿nos ocupamos incesantemente haciendo servicio desinteresado,
usando el famoso eslogan: Manava-seva es Madhava-seva –
El servicio al hombre es servicio a Dios?
Es poético e inspirador, entusiasma, es algo que todos aceptan fácilmente. Si vas y le dices a la gente, “Yo me dedico a servir a la humanidad”, todos te rodean. Supongo que ya habrás visto cuál es el peligro aquí. Se supone que hagas servicio desinteresado, sin interés, sin deseo.
El servicio desinteresado
es un servicio modesto,
donde permaneces casi desconocido,
pero en cuanto entras en este sendero de servicio a la humanidad o servicio desinteresado, se te impide ser desinteresado. Aún si lo intentas, algunas personas te rodean diciendo, “Oh, Maharaj, ¡qué gran servicio está haciendo!” durante diez o quince días, dices, “Oh, no, no, soy sólo un instrumento en las manos de Dios, sólo Dios lo hace” – después, lentamente, comienzas a sentir, “Sí, toda esa gloria le pertenece a Dios. Ese Dios está en mí. Toda esa gloria pertenece a Dios”. Es desinteresado, pero el ego está creciendo cada vez más debido a que has descuidado los otros aspectos de Yoga. Se está desarrollando una parte a expensas de las otras. Mientras que hay un gran bienestar social logrado por tu intermedio, tu Sadhana personal se termina.
Tal vez, alguno de ustedes sienta que Guru-seva (servicio al Guru) no tiene ningún peligro – porque es improbable que el Guru infle tu ego. Entonces crees que cuando llegas a Guru-seva, puedes descuidar completamente todo lo demás y considerar al mismo Guru-seva como la Sadhana suprema. Es posible.
Tal vez haya alguna validez en ello, aunque recuerdo un incidente en que vi que Gurudev no estaba contento con esta actitud en absoluto. Esto sucedió en 1946, cuando había mucho trabajo que hacer y muy pocas manos en el Ashram para hacerlo. Swamiji solía trabajar donde ahora está la oficina de correo y nosotros usábamos como oficinas algunas de las pequeñas habitaciones linderas. Yo estaba sentado tipiando en una de esas habitaciones a eso de las cinco o seis de la tarde. Repentinamente, vi a Swamiji parado justo afuera de la habitación en la galería de la cocina. Me miró con bastante dureza y me dijo, “¿Qué estás haciendo?” Le dije lo que estaba haciendo. “¿Hiciste algo de Japa hoy, meditaste?” Me paré, lo miré y le dije, “Estoy haciendo esto”. No discutí con él. El cartel que había en mi pared decía, “¡Trabajo es adoración!” Él dijo, “Toma la máquina de escribir y arrójala a la Ganga (rio sagrado), ve, siéntate y medita por un tiempo”.
Swamiji nos mostró esto en su propia vida. Comparativamente, el Ashram era más tranquilo en aquellos días, pero, aun así, él tenía todas las responsabilidades de dirigir el Ashram y todos los dolores de cabeza que esto trae aparejado. Aun así tenía ciertos períodos asignados a actividades específicas – tanto tiempo para ocuparse de la correspondencia, tanto para estudiar y escribir, tanto para el trabajo de oficina, tantas horas para Satsanga (reunión espiritual), tantas horas para el Darshan matutino en la oficina, tantas horas para su Sadhana personal. A pesar de su edad, a pesar de todos esos factores, tenía tiempo para hacer su propia Puja (ceremonia de adoración). Cuando ya no se pudo agachar y sentar en el suelo, el altar fue elevado y allí él hacía su Puja todos los días. Según los Pandits (eruditos), la Puja probablemente no era nada, pero según Dios, probablemente era la mejor Puja del mundo. Tal vez, él no necesitaba hacer todo eso para su propia salvación, pero nosotros teníamos un ejemplo allí.
Si piensas que una sola práctica va a funcionar y que no necesitas nada más, otra vez es el ego. No eres libre. Sólo si se combina todo eso simultáneamente, es posible detectar al menos la existencia del ego.
Sólo cuando se descubre que el ego es inexistente, hay servicio desinteresado.
Mientras no se descubre esto, no hay servicio desinteresado.
De hecho, todo servicio es desinteresado, ¡porque no hay ego que haga nada!
Todo lo hace Dios.
De modo que incluso si yo estoy sentado aquí, sintiéndome orgulloso y feliz de estar hablándoles, en verdad es Dios el que está haciendo todo esto – pero hay que descubrir esa verdad, no imaginarla, no sólo pensar en ella. No es bueno sólo pensar que eres desinteresado. Si Dios es misterioso, este ego es aún más misterioso, porque no es una entidad; y no se puede tomar, destruir o eliminar esta falsa no-entidad (como una sombra en la pared) salvo que se proyecte una luz sobre ella.
Si intentas eliminar esta sombra por cualquier medio que no sea la iluminación (Atma-jñana), podrías incluso estar creando un ego. Luchar contra éste, visualizar que se ha ido, sólo lo fortalecerá aún más. Es por eso que en alguna parte se dice que Ramana Maharshi dijo que aún Dhyana (meditación) es algo egoísta – el trabajo del ego – y, por lo tanto, no hay solución. Vichara (discriminación), según él, es la única solución.
Sin descuidar la Sadhana personal (Japa, Puja, meditación y todo lo demás) y, al mismo tiempo, sin descuidar el servicio al Guru, la sociedad y Dios en diversas formas, si llevas una vida de Yoga o completa perfección, no hay lugar para el surgimiento del ego. Por medio de la meditación matutina, el Japa, la Puja y demás, elevas la conciencia, te vuelves alerta a tal punto que la conciencia se convierte en una lámpara sin sombras – un tipo de lámpara que proyecta luz de tal forma que no se forma ninguna sombra, los rayos se esparcen en todas direcciones.
La conjunción de meditación matutina, Puja, estudio de las escrituras
y demás crea una lámpara sin sombras que evita que surja el ego.
Te mantienes constantemente vigilante y alerta
sin importar lo que estés haciendo durante el resto del día.
Sientes la presencia de Dios dentro de ti cuando meditas,
la sientes dentro de ti cuando vas y adoras en el templo
y sientes el espíritu de adoración dentro de ti
cuando ofreces incluso una hoja a los pies del Señor en el templo.
Este es el espíritu con el que hay que hacer todo.
Mediante la Sadhana personal, se genera esa actitud.
Pero si confinas tu vida sólo a esta Sadhana personal – aunque sea imposible evitar que el espíritu se exprese en la vida – entonces ese espíritu no encuentra salida o expresión, por lo tanto, no hay piedra de toque sobre la cual evaluar si, en verdad, ese espíritu está siendo encendido en tu interior.
Entonces sal, mézclate con la gente,
cumple tu deber o tu Seva,
y mientras haces todo eso,
obsérvate para ver cuán efectiva ha sido tu Sadhana.
¿Ha sido efectiva
o la mente todavía está sujeta a los mismos viejos pensamientos y sentimientos
de odio, celos, atracción y repulsión, ansia, vanidad y codicia?
Es entonces que podemos realmente vivir la vida divina.
Es entonces y sólo entonces que podemos vislumbrar
el estado del yogui que es capaz de decir,
“Yo no hago nada, es Dios el que lo hace.
Es Dios también el que hace la Sadhana
que llamo ‘mi Sadhana personal’
– Japa, meditación y Puja.
Es Dios solamente el que hace todo eso.
Él se sirve a Sí Mismo por medio de Sí Mismo”.
Serie de disertaciones de Sri Swami Venkatesananda,
para los alumnos de Yoga-Vedanta Forest Academy.
Kommentare